inteligencia artificial
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, firmó recientemente (11/02/19) un " ORDEN EJECUTIVA para, en estas palabras, "mantener el liderazgo" del país en el campo de la inteligencia artificial. Si bien es innegable que EE.UU. juega un papel muy importante en este ámbito, no es tan sencillo posicionarse como líder. De hecho, la propia preocupación por mantener una supuesta ventaja demuestra que hay al menos una amenaza seria en esta carrera por la IA, en la que China ha estado destacando mucho.
Más que una promesa: años de presupuesto
Para llevar a cabo esta misión se nombró un Comité vinculado al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (NSTC, por sus siglas en inglés), de tal manera que se espera una amplia coordinación del gobierno federal estadounidense, incluyendo a todas sus agencias. Se anima a los directores de estas agencias, a partir de ahora, a priorizar las inversiones en IA, haciendo que sus propuestas presupuestarias contemplen inversiones en la zona y, especialmente, durante los próximos años.
Es decir, hay una preocupación por aportar fondos para la iniciativa y el programa reconoce que el desarrollo de la IA es algo que, además de dinero, también consume mucho tiempo. Y esto convive con un sentido de urgencia, ya que la ley establece un plazo de 90 días para que cada organismo indique cómo piensa comprometer su presupuesto anual para alcanzar los objetivos marcados por la norma.
Principios y objetivos estratégicos
El acto de Trump se guía por cinco principios: promoción de la ciencia, competitividad económica y seguridad nacional; reducir las barreras a los experimentos de IA con el fin de ampliar su uso; educar a los ciudadanos para enfrentar la revolución económica provocada por la tecnología; garantía de las libertades civiles y de la intimidad; así como mantener la posición estratégica de EE.UU. en el mercado mundial de IA.
Parece un buen resumen de todo lo que promete esta tecnología en cuanto a avances y también riesgos derivados de ella. Así, al mismo tiempo que Trump refuerza la importancia estratégica de ser protagonista en la exportación de IA, delimita que este activo debe ser protegido para que no caiga en manos de adversarios comerciales y, especialmente, enemigos. Trump también está comprometido a mantener la empleabilidad de los ciudadanos estadounidenses, en vista de la anunciada extinción [en mi opinión, prematuramente] de varias profesiones.
Los principios enumerados deben estar encaminados, en el ámbito del gobierno federal, a alcanzar seis objetivos estratégicos: convertir la investigación en IA en innovación aplicada a la práctica; aumentar el suministro de datos y ampliar el acceso a computadoras especializadas; preservar la seguridad y la privacidad, incluso ante la expansión de los usos de la IA; reducir la vulnerabilidad de los sistemas a ataques maliciosos; garantizar que los empleados públicos y privados puedan utilizar las nuevas tecnologías; y, finalmente, mantener el liderazgo de Estados Unidos en la zona.
El cronograma y los plazos
Además de establecer competencias, principios y objetivos estratégicos, la "orden ejecutiva" crea un cronograma para que se logren. El primer paso es la mejora en el suministro de datos por parte del gobierno federal, que se reconoce como un cuello de botella para el desarrollo de la IA.
Se prevé una convocatoria pública para, en un plazo de 90 días, identificar las demandas de la sociedad civil y la academia en relación a qué servicios se deben priorizar. Dentro de los 120 días posteriores a la publicación de la ley, con el apoyo del Ministerio de Planificación (OMB), el Comité Federal de Inteligencia Artificial (Comité Selecto) debe actualizar los lineamientos para la implementación de repositorios de datos y software, con el objetivo de mejorar la recuperación y el uso de la información.
Además de estas predicciones, la "orden ejecutiva" crea una serie de hitos urgentes para que el ciclo sea exitoso, comenzando con las demandas de los científicos de datos y cerrando con el cumplimiento de las mismas. Es decir, se trata de una planificación guiada por el uso y propósito que la sociedad quiere dar a los datos. El gobierno estadounidense no dice qué se debe hacer, llamándose solo el deber de organizar los datos, para que no haya filtraciones o violaciones de la privacidad.
Mi opinión: Carrera contra China
En mi opinión, la nueva ley de Trump es muy correcta y revela el verdadero choque de dos poderes. China es el líder en la recopilación de información (incluso cuestionable) y está avanzando rápidamente con su capacidad de procesamiento. Estados Unidos, por otro lado, puede incluso ser visto como un líder en la investigación de IA, pero depende de más datos para seguir luchando. Por lo tanto, la ley reorganiza las bases de la estructura de datos públicos estadounidense. Al fin y al cabo, sin datos es imposible avanzar en la ciencia de datos.
Aparentemente, cuando se trata de IA, a juzgar por los plazos e hitos descritos en el estándar estadounidense, el tiempo también es dinero. De hecho, mucho dinero. Prueba de ello es que EEUU está rehaciendo los cimientos, y no una mera renovación del techo.